miércoles, 23 de septiembre de 2009

Son los Años que Golpean



SON LOS AÑOS QUE GOLPEAN

Las guedejas del tiempo nos golpean
como el mar contra tiesos farallones,
perdiéndose en el aire, hechos jirones,
recuerdos que por viejos bailotean.


Las sombras que a mi cuerpo besuquean
se cubren con aromas muy dulzones,
y susurran sus mágicas canciones
que, a pesar del disfraz, me bombardean.

Mis claros argumentos alardean
con su regio plumaje, cual gorriones
sedentarios, sin ver a los halcones
que en los cielos tranquilos merodean.


Las letras que en mi boca canturrean
se convierten en ávidos moscones,
que volando en oscuros nubarrones
mis días soleados estropean.

Mis sueños son heridos que bracean
tratando de escapar a las pasiones;
mis instintos deciden ser peones
del juego del amor, donde flirtean.


Mis ojos a menudo lloriquean
bañando a mis fervores con unciones;
sin embargo, no creo en abluciones
ni en virtudes que mucho centellean.

Mis agudos sentidos titubean
cuando observan volar a los dragones,
su cola y sus escamas son lecciones
que a mis seguridades ningunean.


Los besos que mis labios regatean,
las caricias que guardo en los arcones,
no le otorgan a nadie concesiones,
tan sólo a las personas que moldean.

Mis dudas y temores se cartean
con fantasmas que habitan tus mansiones;
no hay zonas restringidas, no hay salones
privados, sólo almas que se ondean.

Las hojas de mi vida amarillean,
dejándonos con pocas más opciones
que entregar los cansados corazones
al fuego del amor, pues ambos lo desean.

Antonio Pinedo (Cole) ©

martes, 8 de septiembre de 2009

A un poeta



A UN POETA…

No hay poeta, ni habrá sobre la tierra,
que acaricie mejor el sentimiento;
enarbolada hoguera en ardimiento
sublime pasión de amor encierra.

Es fina la madera que utilizas
para encender el fuego apasionado
de caricias ardientes, abrasado;
resurgente fervor entre cenizas.

Son fríos los inviernos sin tus versos;
no hay rama, ni corteza que resguarde
al triste corazón abandonado.

Pues sueña con sentir tus universos;
llegando hasta el inicio donde arde
ese bello poema recitado.

Ángeles Conde ©



El candor que engalana tus poemas,
no precisa más digno comentario
que el dejar que los versos, cual rosario,
uno tras otro, rompan los esquemas.

Pues tú imprimes de magia los fonemas,
como el trino meloso del canario;
tus palabras no tienen calendario
pues resisten el tiempo como gemas.

La metáfora envuelves con fragancias
que recuerdan a flores de verano;
son jardines de mil exuberancias.

Y si sientes al mundo muy lejano,
sólo deja que el verso que tú escancias
embellezca la copa de mi mano.

Antonio Pinedo ©



¡Quién pudiera ser pluma de poeta!
El cálamo que suave se desliza
a través de su mano, y se cobija
al calor de sus dedos, cuando sueña

que existe un universo con estrellas,
y la luna entre gasas…, le cautiva.
¡Quién pudiera imprimir en la cuartilla
la sangre!, mientras danza entre sus letras.

Testigo fiel de embrujo cada noche,
del apasionamiento en la palabra,
elevando su espíritu sensible

a cubrir los anhelos, que se esconden
en el fuego de amor, tras su mirada,
y plasmarlo… en el verso más sublime.

Ángeles Conde ©